martes, 24 de agosto de 2010

vocación

(Del lat. vocatĭo, -ōnis, acción de llamar).

 f. Inspiración con que Dios llama a algún estado, especialmente al de religión.

 f. coloq. Inclinación a cualquier estado, profesión o carrera.

f. ant. Convocación, llamamiento.



"Entonces, Menganito, bombero; Fulanito, abogado; Zultanita, médica. Y vos, A., ¿qué querés ser cuándo seas grande?"

"Escribidora, seño."

miércoles, 11 de agosto de 2010

y,z

Y
Yuntas, yaguaretés y yeguas yacían yuxtapuestos.


Z
Zapateando zurras, Zoilo zigzagueó zonzamente zarpados zapallos.

v,w,x

V
¡Ven viento voraz, vuélveme victoriosa, visítame vitoreando verosímiles vaticinios!


W
William Wallace wikipedió “Weber” whiskeando whist.


X
Xeneise xenófilo xerografía xenones.

s,t,u

S
Sal sin santiamén si sientes soplar seis suaves sesosos silbidos susurrantes.


T
Te toqué tan tímidamente temiendo tu torpe titubeo tangencial.


U
Ulises usurpó ungidas urbes ufanándose umbríamente.

p,q,r

P
Piden pacientemente palabras polisémicas para paliar paulatinamente profundos pesares.


Q
¡Qué quilombo quístico: quince quejosas quinceañeras!


R
Rehúso reír raídas rosas rojas resucitando resistentes recuerdos reprimidos.

domingo, 8 de agosto de 2010

m,n,o

M
Mirad modestamente mis miserias marchitas, mas musitad mensajes maravillosos mitigando mis mil molestias.

N
No. Nadie, nunca nadie notará nuestras nostálgicas nadas.

O
¡Oh, oscuro oráculo onomástico: olvidadas onomatopeyas oirás orgiásticamente!

j,k,l

J
Jamás jaurías jíbaras juntarán jurásicos jabalíes.


K
Kafkiano kilométrico karaokea “Kiss”.


L
Linda locuaz "lolita" libriana libera lisérgica lengua lírica lunatizando lascivos lúmpenes literatos.

g,h,i

G
Grandilocuente garganta gimnástica garantiza grandiosos gemidos guturales.

H
Históricos hiatos hilan hábilmente hermosas historias hoy.

I
Irrisorias ilusiones invadirán ingenuamente insólitas islas imaginarias.

d,e,f

D
Diez decenas de durmiente dolor dilatan dulces deseos de desprevenidas damiselas.

E
El enviciado ensueño emitido en estados elevados erradica elegías edípicas.

F
Famosa filósofa francesa fascina fumando finísimo faso fatalmente filosa.

a,b,c

A
¡Atención! Aviso: adoro admirar abismalmente a Anita amasando ansiosa aladas ambigüedades.


B
Bellas bailarinas Bolcheviques bucean banales ballets Bolshoianos.


C
¡Cristo, coño, carajo, ¿cómo consigo cultivar cien crisantemos color celeste cielo?!

lunes, 2 de agosto de 2010

recordatorio

Hoy mi mejor amigo me desayunó con la siguiente noticia: Esta noche me largo de casa. Así, sin demasiado preámbulo, me lo vomitó antes de mi jugo matinal de naranja y jengibre.
Mientras me sumergía en el vapor de la ducha, rebobiné mentalmente sus palabras a través del tubo del teléfono. Mi mejor amigo es esa clase de persona que todos, en algún momento, soñamos ser. Aquél en quien todos quisimos convertirnos alguna vez, allá y hace tiempo. Es imposible no envidiarlo, pero no conozco a nadie a más de quinientos quilómetros a la redonda que haya tenido palabras adversas hacia él, que lo haya criticado u odiado. Que sea tan perfecto, lo hace, paradójicamente, in-odiable.
Mi amigo tiene cuarenta y pico, dirige una importante editorial, y en sus tiempos libres escribe novelas y cuentos cortos. Está casado con una mujer cinco años menor que él, a quien conoce desde que los veintipico y con quien tuvo dos hijos: una nena y un varón que se llevan tres años. Y me estoy olvidando del perro labrador que completa el cuadro familiar con marco dorado. Estamos a años luz de negar que ambos, marido y mujer, hayan disfrutado de los placeres terrenales, entregándose a los viajes alrededor del mundo en la treintena, previo intercambio de votos matrimoniales. Tras estos, ella dejó (a pedido expreso de él) su puesto de asesora en una multinacional para dedicarse a las tareas domésticas, la crianza de los niños y los beneficios con pollera del dolce far niente.
Mi mejor amigo es esa clase de hombre que jamás se voltearía a mirarle el culo a una mujer en la calle; y jamás, en lo que me consta, manifestaría deseos de acostarse con otra que no sea su propia esposa (aunque oportunidades ha tenido de sobra). Es esa clase de tipo que pierde con caballerosa humildad un partido de tenis (algo que raramente ocurre) e invita una ronda de cerveza al grupo. Se puede dar el lujo de conducir un convertible en el verano abrasador de las calles de Miami, así como de escaparse a su chacra esteña en pleno invierno porteño gris, húmedo y neurótico. Paga sus impuestos religiosamente y contribuye con cuanta acción filantrópica o ecológica caiga en sus manos. No se droga (una sola vez fumó porro; fue en un recital de Pink Floyd y lo tuve que arrastrar a la salida como a un bebé), y apenas bebe alcohol. Respeta una dieta macrobiótica, hace yoga, meditación zen y tai-chi; y, una noche a la semana, se viste de gala para asistir a los más exclusivos eventos sociales, en los cuales se florea con la escultural belleza de su mujer que se mantiene a raya con clases de Pilates.
Por eso mismo es que mi cabeza se salió un centímetro de su eje cuando me largó, así sin anestesia, semejante notición. Lo primero que se me dió por largarle fue un: ¿Para qué? Seguido de: ¿Por qué? Si tu vida es perfecta.
A lo que él me respondió (quizás alguna vez logre entenderlo) en proporcional sintonía con lo anterior, Justamente por eso. Por ser perfecta, es que me he olvidado de vivirla.